Lo que debes saber sobre la inseminación natural

Cuando una mujer, ya sea sola o en pareja, se ve obligada a recurrir a tratamientos de fertilidad, son muchas las dudas que pueden surgir. Somos conscientes de que hay un montón de opciones hoy. Es más fácil obtener un positivo que no hacerlo. No obstante, para poder enfrentarse a esta etapa, es interesante hacerlo por el principio. Sí, desde los tratamientos menos invasivos. Es posible que, con tratamientos como la inseminación natural, muchas mujeres puedan quedar embarazada sin necesidad de recurrir a una inseminación artificial o una FIV.

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Proceso de inseminación natural

¿Qué es eso de la inseminación natural? Suena raro, quizá incluso contradictorio. ¿Cómo una inseminación puede ser natural? Muy sencillo. La inseminación natural es una alternativa al coito programado o la inseminación artificial, pero sin el coito programado y sin la medicación asociada a la inseminación artificial.

En realidad, en este tratamiento se sigue el mismo protocolo que en una inseminación artificial que ya te hemos mostrado en otros artículos de Serás mamá. No obstante, en ningún caso se estimulan los ovarios de la mujer. Por tanto, en la inseminación natural no hay ningún tipo de hormonación previa.

¿Cómo se realiza una inseminación natural?

Hay que esperar tras una menstruación normal de la mujer. Después de este momento, el ginecólogo seguirá el ciclo natural. Observará así la creación de los folículos en los ovarios. En el momento que estos estén maduros, se programará la inseminación con el semen de su pareja o con el semen de un donante anónimo procedente de un banco de semen.

El día de la inseminación, se realizará mediante una cánula colocada en el útero, lo más cerca posible de las trompas de Falopio. Esta proximidad logrará favorecer al máximo la concepción. Después de 15 días, como en cualquier tratamiento de fertilidad, la mujer deberá someterse a una analítica de sangre para poder ver así si el tratamiento ha funcionado.


Diferencias entre la inseminación natural y la inseminación artificial

Si nos fijamos bien en el procedimiento, podemos ver que es exactamente igual que el de una inseminación artificial. No obstante, la diferencia radica en que, en la inseminación natural, los ovarios no están siendo estimulados.

La mujer no necesitará hormonarse, por lo que no habrá efectos secundarios. Además, al no tener una estimulación ovárica previa podemos decir que se trata, dentro de todo, de un proceso mucho más natural, en el que lo único que se hace es intentar ayudar en la concepción.

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La inseminación natural con semen de donante anónimo

Este tratamiento es muy usado por mujeres que requieren de donante de esperma. Es el tratamiento de reproducción asistida menos intervencionista y medicalizado que existe hoy por hoy. Además, cuenta con el máximo de garantías de seguridad.

La muestra de semen para la inseminación natural con semen de donante anónimo proviene de un banco de esperma. Esta elección del donante anónimo se regirá por aspectos como el grupo sanguíneo de la madre gestante y sus características físicas.

En estos bancos de esperma, el donante siempre se somete a un test de portadores de enfermedades genéticas. Además, suelen realizar una doble comprobación de la muestra tras su descongelación. Así, los biólogos serán capaces de comprobar si la calidad es la misma. Limpian la muestra para evitar que se introduzca en el útero el anticongelante que lleva incorporado.

Por qué optar por la inseminación natural

No es un tratamiento de reproducción asistida al que pueda someterse cualquier tipo de mujer. No obstante, si nos encontramos con mujeres menores de 39 años y sin ninguna patología reproductiva previa, la inseminación natural es la alternativa más sencilla, menos agresiva y la más económica de todas.

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