Desde el minuto uno que decidimos empezar a buscar un bebe lo guardamos en secreto porque “si no lo conseguimos no hay que decir nada”. Nos escondemos e intentamos escapar de la etiqueta de infértil como si nos fuese la vida en ello. Nos escondemos como si fuésemos criminales en plena huida.
¿Por qué lo hacemos? Nos da vergüenza, no queremos admitir y que los demás sepan que algo no va del todo bien. Es algo que nos guardamos tan adentro que al final es como un puñal que nos clavamos nosotras mismas una y otra vez. Esto puede durar hasta el infinito si no somos sinceras con nosotras mismas y buscamos apoyo. No siempre es fácil contárselo a las personas de nuestro alrededor, algunas no nos entienden o no están tan dispuestas a ayudarnos como nosotros desearíamos.
Hay miles de grupos de chicas en la misma situación, en todas las redes sociales que se te ocurran, en páginas web… todas están pasando por lo mismo y se animan las unas a las otras. Dar el paso de abrirte a los demás y decir que te duele y a que temes es algo difícil, pero cuando te desahogas libremente y encuentras apoyo en personas que saben perfectamente por lo que estas pasando… Parece que la carga es menos pesada y la infertilidad es más fácil de sobrellevar.
La decisión es tuya y de nadie más pero toca decidir si hablar o ahogar.
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