El otro día leí un artículo que calificaba a las madres de cuarenta de “añosas”. Y como sea que me sentí aludida y que lo de añosas me sonó un poco mal, recurrí a un diccionario virtual para aclarar el concepto.
“Vieja, vetusta, antigua, añeja, entrada en años, entrada en días…”.
Entrada en días a lo mejor sí, pero con un montón de ventajas:
- Mayor grado de madurez y paciencia.
- Mayor estabilidad psicológica, emocional, económica y profesional.
- Mayor afianzamiento en la relación de pareja.
Y lo mejor de todo: según un reciente estudio de la Universidad de Harvard, existe una estrecha relación entre maternidad tardía y longevidad, por lo que las mujeres que tienen hijos a esa edad, con o sin reproducción asistida, suelen envejecer más lentamente y vivir más años, por lo que se puede concluir las altas probabilidades de la madre añosa de llegar a ser doblemente añeja.
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