Cuando no puedes tener un hijo de forma natural, los tratamientos de reproducción asistida son la mejor opción para disfrutar de la maternidad. Los avances de la ciencia no han hecho más que perfeccionar las técnicas de inseminación artificial, fecundación in vitro o tratamiento de ICSI, tres métodos igual de válidos para quedarte embarazada. Cada uno tiene sus propias características y las veremos en detalle a continuación.
Cuando los tengas claros, en clínicas especializadas como la de Juanacrespo.es te asesorarán sobre el método más adecuado para tu caso concreto. Veamos en qué consisten:
Inseminación artificial
A grandes rasgos, podemos definir la inseminación artificial como la colocación de una muestra de semen en el útero de la mujer para incrementar el potencial de los espermatozoides y aumentar las probabilidades de embarazo. La clave del tratamiento está en reducir la distancia que tienen que recorrer los espermatozoides hasta llegar al óvulo, de forma que tengan más opciones de acabar fecundándolo.
Se trata de un método que no exige la extracción previa de los óvulos, como sí pasa con la fecundación in vitro. Lo único que se hace es programar la estimulación ovárica, además de un control endometrial para decidir el momento ideal para llevar a cabo la inseminación artificial y aumentar así las probabilidades de éxito. Es un método recomendado para parejas jóvenes con esterilidad de origen desconocido, donde la mujer tiene problemas de ovulación o cuando el hombre tiene defectos leves o moderados en la concentración o movilidad de los espermatozoides.
Fecundación In Vitro
Cuando por edad, por razones ginecológicas o por anomalías en el esperma de la pareja no se puede recurrir a la fecundación artificial acudimos a la fecundación in vitro. En este caso, el óvulo y el espermatozoide se unen en un laboratorio, de ahí el nombre de fecundación in vitro. El resultado son unos embriones ya fecundados que más tarde se transfieren al útero materno, donde evolucionan hasta conseguir el embarazo. Se trata del método de fecundación artificial más utilizado, y el ginecólogo decidirá qué técnica aplicar.
En este caso, se produce una estimulación de los óvulos a través de unas inyecciones diarias que provocan un aumento de los ovocitos generados, lo que permite obtener más embriones y aumentar las posibilidades de que haya un embarazo. Los óvulos se extraen por aspiración, y una vez seleccionados los preembriones se colocan a través de un catéter en el útero. Tenemos hasta cuatro versiones de la fecundación in vitro: óvulos y semen de la pareja, óvulos propios y semen de donante, óvulos de donante y semen de la pareja u óvulos y semen de un donante.
Tratamiento de ICSI
Una versión de la fecundación in vitro es el tratamiento de ICSI, una técnica de reproducción asistida en la que se insemina un óvulo con la microinyección en su interior de un único espermatozoide. Una vez se ha fecundado, el óvulo se convierte en preembrión y se transfiere al interior del útero materno, donde finaliza su desarrollo. Igual que en el caso de la fecundación in vitro, se favorece la estimulación ovárica a través de unas inyecciones que aumentan la producción de óvulos, que se extraen por aspiración.
Los embriones no transferidos -se utilizan de uno a tres- se congelan en nitrógeno líquido y se almacenan en un banco de embriones una vez se han identificado. Si no se produce el embarazo con los primeros óvulos fecundados por ICSI, se puede recurrir a estos óvulos para un ciclo posterior. De esta forma, el proceso es mucho más simple, rápido, cómodo y económico. También es mucho menos molesto para la mujer, que no tiene que someterse de nuevo ni al tratamiento para estimular los ovarios ni a la extracción de los óvulos.