Después de largos años intentando concebir, de haber alcanzado amplios conocimientos en todo lo relacionado con el sistema reproductivo y hormonal, la química, la física, la anatomía…(sin cerveza y sin tequila…¡ya no puedo más!).
De seguir dietas milagro, de dejar de hacer muchas cosas “por si acaso este mes es”, de tomar complementos vitamínicos, calcular los días fértiles y analizar detenidamente el moco, en sus diferentes etapas y consistencias…llega un día en que te das cuenta de que lo único que has obtenido con todo ello, es un estado de desesperación y desidia permanente, y que ha llegado la hora de cambiar de enfoque.
Y aunque para una persona con problemas de infertilidad vivir feliz no es fácil, hay que tener en cuenta que no lo es para nadie, ni siquiera para el más fértil de los mortales, que hay que trabajárselo todos los días, intentando disfrutar del momento y de las pequeñas cosas, incluso de aquellas que no nos ha costado ningún esfuerzo conseguir.
Hay que hacer lo imposible por no malgastar energía en pensar que no estamos logrando nuestro propósito o que nunca lo vamos a lograr, eliminar la negatividad y tener presente que el éxito empieza en nuestra cabeza y que una vida sin objetivos que cumplir, no es vida.
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