La estimulación ovárica es la primera fase de una fecundación in vitro, en la cual, gracias a potentes hormonas inyectadas por vía subcutánea por nosotras mismas, nuestros ovarios trabajan al máximo para producir cuantos más ovocitos, mejor.
Aunque la FIV en sí es una montaña rusa de emociones, miedos, esperanzas y terror, la estimulación ovárica es, a mi parecer, una de las más delicadas.
¿Serán capaces nuestros ovarios de producir muchos óvulos?
Es algo obvio. Cuantos más óvulos se obtengan, mayor cantidad puede fecundar y más embriones obtendremos, ampliando así las oportunidades de quedar embarazada. No obstante, hay un factor muy importante que se nos suele olvidar, y es la calidad ovocitaria.
¿De qué nos sirve obtener 20 óvulos si después sólo fecundan 8 y 5 consiguen salir adelante?
Lo importante es que haya un único óvulo, con fuerza suficiente para que, junto con un espermatozoide, se convierta en un precioso embrión. Sí. Sé que suena a clase de biología de secundaria, pero es que es totalmente cierto. Las estadísticas guían las vidas de las mujeres infértiles, pero en ocasiones, hay que dejarse llevar y sobre todo, confiar.
En mi caso, durante la estimulación ovárica, sólo llegaron a haber 5 folículos, en los cuales, necesariamente, no tenía que haber un óvulo dentro. Imagináos el miedo que tenía. Cuando me dijeron que habían obtenido 5 óvulos sentí tristeza y alegría a la vez. Tristeza por ver reducidas mis oportunidades de embarazo, y alegría por tener 5 posibles embriones que quisieran quedarse conmigo.
Lo importante es saber valorar cada una de las fases de nuestra FIV. Es uno de los momentos más importantes de nuestra vida, y aunque los miedos nos invadan, deberíamos intentar disfrutarlo porque posiblemente sea el principio de una gran historia de amor.
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